Abusar del reproductor de música de bolsillo puede causar sordera. La Comisión Europea ha advertido contra los riesgos de utilizar dispositivos MP3 como el iPod de Apple más de la cuenta. Escuchar más de una hora al día cada semana durante al menos cinco años puede provocar una pérdida irreversible de audición. Algo que afectaría a entre un 5% y un 10% de los usuarios europeos, según un dictamen del Comité Científico de los Riesgos Sanitarios Emergentes y Recientemente Identificados (CCRSERI), encargado por la Comisión Europea.

En la Unión Europea el volumen de los reproductores musicales debe estar limitado a un máximo de 100 decibelios, según una normativa. Sin embargo, el comité en su informe alerta de que este límite es insuficiente. «Escuchar música con estos aparatos a un volumen superior a 89 decibelios durante cinco horas a la semana puede acarrear una pérdida de audición», dicen. Además, explican, a ese nivel de escucha se estarían superando los límites de ruido autorizados en los lugares de trabajo.

Nos preocupa que tantos jóvenes que utilizan con frecuencia reproductores de música personales y teléfonos móviles a niveles acústicos elevados puedan estar provocándose, sin saberlo, daños irreparables en su capacidad auditiva. Los datos hablan por sí solos: entre 50 y 100 millones de personas utilizan a diario reproductores MP3, según los datos de la Comisión.

En su informe, el CCRSERI sostiene que en dos décadas los jóvenes expuestos a contaminación sonora vinculada a actividades de ocio se ha triplicado. Todo esto al mismo tiempo que ha aumentado, señalan, la venta de reproductores de audio portátiles -se calcula que en los últimos cuatro años se han vendido unos 350 millones de este tipo de aparatos- y los teléfonos móviles con función de reproducir música.

Los jóvenes se pasan horas y horas escuchando música con estos aparatos, muchos de ellos sin control de volumen, están sometidos a sonidos excesivamente intensos muchas veces sin ser conscientes. Al llevar los cascos pierden las referencias externas y no tienen una idea del volumen o la intensidad a la que están usando el aparato.

Todo lo que sea superar 60 decibelios a más de una hora sin interrupción es un riesgo para un tipo de lesión que, además, no tiene cura. Para terminar con el riesgo sería necesario revisar la norma que limita el volumen e instalar en este tipo de reproductores un sistema para que el usuario pueda ver a qué está sometiendo a sus oídos.

Tras el dictamen del CCRSERI, Bruselas ha anunciado que estudiará con los 27 Estados miembros, la industria y los consumidores las medidas a adoptar para mejorar la protección de los usuarios. «Debemos reaccionar rápidamente, sobre todo concienciando a los consumidores e informando al público en general»